El "caffè sospeso", que se traduce como "café suspendido" o "café en espera", es una tradición que se originó en Nápoles.
La idea es simple pero poderosa: cuando una persona se siente feliz o agradecida, puede comprar un café para sí misma y otro "en espera" para alguien que no puede permitírselo. El café pagado, pero no consumido, podrá ser reclamado por alguien que lo necesite y que entrará en el establecimiento al rato o a los días.
La tradición se remonta a la época de la Segunda Guerra Mundial, cuando la economía de Italia estaba en ruinas. En ese momento, los napolitanos que tenían un poco de dinero extra a menudo compraban un "caffè sospeso" como un acto de caridad anónima.
Dar es una de las expresiones más satisfactorias que existen. Puede ser un acto de generosidad hacia un extraño, como el “caffè sospeso”, un gesto de amor, o de cuidado hacia un amigo. Dar no siempre tiene que implicar un desembolso. En muchos casos, las cosas más valiosas que podemos dar a los demás son nuestro tiempo o nuestra atención.
Lo que sentimos cuando alguien te dedica unas palabras bonitas, se acuerda de ti o te reconoce un esfuerzo o un logro es extraordinario.
Pero, lamentablemente, muchos evitan, siempre que pueden, hablar bien de los otros, porque hablar de otras personas implica hablar menos de ellos mismos. Y eso es inadmisible, y no tiene lugar, en muchas mentes carcomidas por el ego. Probablemente tienen miedo y un abismo de inseguridad interna que les hace pensar que, el simple hecho de reconocer algo positivo de los otros, les puede hacer perder terreno.
Contra más bien te va, más difícil es que alguien (autoconvencido de que eres su competencia o su amenaza) diga algo positivo sobre ti o reconozca tus éxitos. Lo he visto y lo he vivido durante toda mi carrera.
De todos los enemigos de dar, de todos los ratas, esta es la peor especie.
Substack, la herramienta que uso para escribir estos correos, acaba de lanzar un programa de referidos, o sea, un sistema PARA DAR (y también recibir, en este caso).
Lo acabo de configurar, un poco a lo loco, por probar.
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No conocía el concepto y me ha encantado.
Y tampoco había oído noticias de Substack sobre esta funcionalidad.
Vamos a probarla ahora mismo :)
Gracias, Don Víctor